Vendedora ambulante de perritos calientes, camarera y limpiadora en un orfanato, esos fueron algunos de los 20 trabajos que Barbara Corcoran tuvo hasta que se hartó de recibir órdenes. Tenía 23 años, una diplomatura en educación llena de aprobados raspados y un sueño: convertirse en el mayor agente inmobiliario de la capital del mundo, Nueva York.
En 1975, dio el primer paso de su nueva y exitosa carrera. Con un préstamo de 1.000 dólares que le ofreció su novio de entonces, creó The Corcoran Group, una agencia de venta de viviendas con nombre muy pomposo y
una casi nula lista de clientes."No tenía ninguna experiencia en el negocio inmobiliario. Si hubiera sabido cómo funcionaba, jamás habría montado mi propio negocio", asegura esta empresaria de 63 años, que se alegra de haber cometido "aquella estupidez de juventud".
Todo por salvar el negocio
Como a mediados de los 70 no era sencillo conseguir una licencia de agente de la propiedad inmobiliaria, la incipiente empresaria se vio obligada a recurrir a un abogado de dudosa reputación para poner en marcha el negocio. The Corcoran Group abrió finalmente sus puertas, pero su propietaria y única empleada estuvo llevando su negocio cerca de un año y medio con documentación falsa.
Después de conseguir poner en regla toda la documentación, la pequeña agencia inmobiliaria creció y, en menos de cinco años, ya contaba con una decena de empleados. Sin embargo, el gran boom del Corcoran Group llegó cuando su propietaria se quedó sin dinero. Una fuerte recesión en el mercado inmobiliario dejó a la empresaria sin presupuesto para anuncios publicitarios ni para pagar las nóminas de sus comerciales.
Medidas a la desesperada
Con una decena de empleados cabreados a la puerta de su despacho, a Corcoran se le ocurrió una desesperada medida que tuvo un inesperado éxito: se sentó delante de una máquina de escribir y tecleó lo que se convirtió en el primer Informe Corcoran del mercado inmobiliario de Nueva York.
Sin nada que perder, lo mandó a todos y cada uno de los redactores del diario The New York Times. Una semana después, su estudio abría la sección inmobiliaria, convirtiendo a Barbara y a su compañía en uno de los grandes nombres de la venta de pisos en la Gran Manzana.
Una entrega exclusiva
"Ningún periodista me llamó ni contrastó mis datos", recuerda Corcoran, que tras el éxito de su primer informe lo convirtió en una entrega mensual de obligada lectura para los agentes de la propiedad inmobiliaria de Nueva York durante más de 20 años.
Cansada ya de la aventura inmobiliaria, Corcoran vendió su grupo en 2001 por 70 millones de dólares. "Ya había conseguido mi meta, convertirme en el agente inmobiliario número uno de Nueva York, así que pensé: "¿Qué puedo hacer ahora?". Y Corcoran, hiperactiva por naturaleza, enseguida encontró nuevos retos.
Un cambio en su trayectoria
Poco después de llenar de ceros su cuenta bancaria, comenzó a invertir en empresas incipientes y necesitadas de efectivo. "Creo que he establecido un nuevo récord en el mundo de los negocios. Tengo 150 socios comerciales a los que he convertido en millonarios", presume Corcoran, quien también ha sacado una gran tajada como madrina de nuevos proyectos empresariales, que han disparado su fortuna por encima de los 6.000 millones de dólares.
Actualmente, la camarera de Nueva York reconvertida en genio de los negocios es uno de los millonarios protagonistas del programa Shark Tank de la cadena NBC, en el que busca nuevas propuestas para ampliar su negocio.
Desde muy joven Corcoran tuvo claro cuál era el camino del éxito, por eso, gracias a su afilada lengua, a sus 63 años se ha convertido también en una líder motivacional y una venerada escritora que resume su filosofía de la vida y los negocios con el título de su primer libro: Si no tienes unas buenas tetas, ponte lazos en las coletas.
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