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Sexo, orgías y pornografía: una extraña manera de defender el medio ambiente.
Pero para Leona Johansson y Tommy Hol Ellingsen, es una forma de activismo.
"¡Salvar el planeta es sexy! ¿Por qué no excitarse por una buena causa?", argumentan.
Si el porno y la ecología parecían mundos ajenos, esta pareja de noruegos amantes de la naturaleza y el amor libre crearon un proyecto que aparea ambas causas.
"Fuck for forest" (algo así como "sexo para los bosques") se define como una organización ecológica y erótica sin fines de lucro.
El objetivo es "liberar nuestras mentes, estar más en contacto con la naturaleza, con nosotros mismos y con
el planeta", le explica Ellingsen a BBC Mundo.Desde su nacimiento, el grupo ha recaudado más de US$345.000. ¿Cómo? A través de la contribución de internautas que pagan para ver los contenidos de su página web: fotos y videos de sexo explícito cuyos escenarios suelen ser al aire libre.
Los interesados también pueden donar sus fotos y videos para que sean publicados en la página.
Desde que empezaron, a principios de la década del 2000, tienen más de 1.300 activistas en todo el mundo. Saltaron a la fama en 2004 cuando Johansson y Ellingsen copularon en vivo en el escenario durante un concierto de rock en Noruega.
En el último año, el grupo recolectó más de US$180.000. El dinero recaudado sirve para ayudar a comunidades en Ecuador, Brasil, Costa Rica y Eslovaquia.
Porno verde
"Yo apoyo el trabajo, lo del sexo no me importa, pienso que ellos aman la naturaleza y dicen la verdad, eso hay que apoyarlo", le dice a BBC Mundo desde la selva ecuatoriana Alfonso Wajuyat, miembro de la comunidad indígena shuar, en la que FFF "jugó un papel decisivo" a la hora de implementar un programa que les permitió iniciar el proyecto de reforestación.
Sin embargo, la iniciativa no fue digerida por varias organizaciones ecologistas que se negaron a recibir donaciones de FFF. La más notoria es el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), que no quiso aceptar dinero de ellos, algo que los activistas ya preveían.
Desde la oficina de WWF en Noruega le explican a BBC Mundo: "Les dijimos que no, gracias. Estamos a favor del amor y la biología, pero no nos gustó esta versión y no queremos estar asociados a ella".
"Procuramos no aceptar dinero de los negocios o empresas que tienen actividades dentro de la industria de armas y material de guerra, el alcohol, el tabaco, la pornografía y la explotación de combustibles fósiles", agregan.
Por su parte, la pequeña organización Arbofilia, de Costa Rica, que se dedica a comprar tierras selváticas para reforestarlas, empezó a trabajar con ellos pero luego tomó distancia pues, según su presidente, comprometía su imagen de consultora.
"Al principio pensamos que era un movimiento espiritual, con principios ancestrales, que reivindicaba el sexo y el amor libre, pero luego nos dimos cuenta de que era porno ordinario", le dice a BBC Mundo Miguel Soto Cruz, presidente de Arbofilia.
Sin embargo, destaca que son buenos vecinos, ya que FFF tiene tierras cercanas a las de Arbofilia. Pero para Soto, "sería absolutamente impensable" que la comunidad local entienda lo que hacen ellos.
La práctica sexual encuentra en el "porno ecológico" controversia, pero también un nuevo significado.
Y mientras las organizaciones ambientalistas rechazan los fondos provenientes de este nuevo activismo, el debate de fondo aflora: la conciencia mediambiental genera, cada vez más, inusitada creatividad para buscar soluciones.
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