martes, 8 de febrero de 2011

Cuando la cura se convierte en adicción

Cuando hablamos de drogadicción, lo primero que se nos viene a la cabeza son sustancias ilícitas, como la heroína y la cocaína, y pocas veces pensamos en medicamentos.
No obstante, hoy día, en muchos países del mundo el uso abusivo de fármacos -sobre todo tranquilizantes y estimulantes, considerados como muy adictivos- está creciendo.
Según la DEA (Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas), en Estados Unidos, "son más (las personas que consumen fármacos) que las que usan cocaína, heroína, alucinógenos, éxtasis y opioides, todos sumados". Se estima que en EE.UU. hay alrededor de 7 millones de
adictos a los medicamentos.
Y, en Colombia, los estimulantes y los tranquilizantes se han convertido en las drogas más consumidas después de la marihuana y cocaína, sobre todo entre los jóvenes.
El más reciente Estudio Nacional de Consumo de Sustancias, el mayor realizado hasta ahora, señala que unos 350.000 colombianos han usado al menos una vez tranquilizantes y estimulantes sin receta médica.
Pero esas cifras, según expertos, está muy por debajo de la realidad.

Automedicación

Casi todos los medicamentos no son dañinos si se administran bajo un estricto control médico, es decir, si el doctor receta las dosis necesarias para que incluso los efectos secundarios sean mínimos.
Pero, en muchas ocasiones, las personas tienden a automedicarse sin ningún tipo de control, lo que se torna en un problema que, en el caso de Colombia, está creciendo.
"Por una lado, hay un problema de automedicación y por otro hay un mercado ilegal grande de acceso, sobre todos a los tranquilizantes conocidos como benzodiacepina, que han demostrado tener graves efectos de adicción", señaló Gallego.
Y las adicciones a los fármacos son tan peligrosas y temibles como las que se experimentan con drogas duras.
Uno de las características que agudiza el riesgo que representa la benzodiacepina es además que se desarrolla tolerancia, de manera que el cuerpo cada vez necesita de dosis más elevadas.
"El año pasado tuve un paciente de diecisiete años, adicto a los tranquilizantes, que empezó con una pastilla al día y después de tres años llegó a tomarse 80 pastillas diarias", relató Gallego.

Benzodiacepina y delincuencia

Los tranquilizantes también son una droga que aparece relacionada con casos de delincuencia.
Según el experto en toxicología colombiano, algunos sicarios la utilizan porque disminuye el temor a la hora de cometer un delito.
"Les quita el miedo cuando se van a enfrentar a situaciones arriesgadas o tienen que matar a alguien y también les provoca una especie de laguna o amnesia que hace que no recuerden haber sesgado una vida", explicó.
También son usadas para poner en estado de indefensión a víctimas de algunos delitos como robos y violaciones.
El problema de la automedicación y el consumo de fármacos es tan grave en Colombia que el asesor del Ministerio de Protección José Posada Villa declaró que se ha convertido en un problema de salud pública.
En opinión de Gallego, en estos momentos, a Colombia -un país que algunos consideran como modelo en el control de drogas duras- le faltan más esfuerzos, dedicación y conciencia en la mirada integral en lo que se refiere a la problemática de estos medicamentos.



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