Una de las áreas donde la moralidad juega un papel más ambiguo es la que ataña a la despedida de nuestros muertos. Alguien que haya perdido a un ser querido es libre de reaccionar como quiera, independientemente de la opinión de la sociedad. Y sin embargo, son los rituales religiosos y las convenciones sociales las que dictan cómo debe afrontarse formalmente el proceso de duelo. En una mezcla de tradición y respeto ante uno de los momentos más solemnes conocidos por el ser humano, los velatorios y funerales están meticulosamente predeterminados por la tradición.
En esta dicotomía entre la libertad de reacción y la predictibilidad de las formas, Taiwán ha encontrado un nicho muy llamativo: muchas áreas rurales del país prefieren obviar los ancestrales ritos funerarios considerados normales por el resto del país y despedir al fallecido a golpe de entretenimiento y placer: contratan a bailarinas para que hagan sesiones de striptease en una furgoneta especialmente habilitada (que a veces lleva hasta una barra para sustentar la coreografía) con láseres, luces de
colores y música pop de fondo. Nada más y nada menos.La práctica consiste en que mujeres vestidas con lo justo acudan a los funerales en los llamados "Electric Flower Cars" (Coches Eléctricos Floridos), camiones diésel habilitados un escenario, iluminación especial y hasta sistemas hidráulicos para seguir la coreografía. Empiezan a bailar con música pop de fondo para despedir al fallecido con una sonrisa. "Son chicas que empiezan en esto con 15 o 16 años", explica Moskowitz. "En una cultura que se enorgullece del comportamiento y el candor juvenil, tiene sentido que empiecen a esta edad".
La práctica estuvo muy vinculada en su origen a las organizaciones mafiosas de Taiwán, un país donde los gángsters forman un parte integral del día a día. Ahora ha pasado a manos de políticos que estudian cómo ilegalizar esta costumbre. "No estoy muy seguro de por qué", continúa Moskowitz. "Sospecho que les da vergüenza y temen que desmerezca la imagen internacional de su país. Es una pena que Taiwán no esté más orgullosa de esto, aunque entiendo su miedo; la gente tiende a codenar muy rápido todo lo que se sale de la norma".
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